(Fuente: Secretaria Distrital de Integración Social)

Néstor Maldonado Gómez[1]

 

[1] Profesor de tiempo completo de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás.

 

La coyuntura que se traza en el escenario nacional a partir de la implementación del “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, ha generado consigo percepciones, posturas y acciones desde todas las esferas sociales. Por tal razón, el hecho de postular el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, conlleva a despertar conceptos de la opinión pública, la academia y la política, en muchos casos de manera crítica y desacertada, y en otros, validando los propósitos y esfuerzos.

En ese entendido, cabe destacar que la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado no surge como un hecho coyuntural en respuesta a la implementación del Acuerdo Final, pues cada 9 de abril desde que se aprobase la Ley 1448 de 2011, se da lugar a este día como un recordatorio de los muchos retos y desafíos que se marcan a partir del proceso de transición que aborda Colombia y que visibiliza el sentir de las víctimas (Ley 1448, 2011).

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(Fuente: BBC)

Carlos Alberto Chaves García[1]

 

[1] Profesor de tiempo completo de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás. Director del Centro de Investigación y líder del Grupo de Estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales (GEGRI) de la Facultad. Docente de los cursos Introducción a las Relaciones Internacionales, y Teoría de las Relaciones Internacionales I.

Después de las negociaciones nucleares con el gobierno de Irán finalizadas exitosamente en julio de 2015, la posibilidad de conflicto nuclear sigue estando en el ojo del huracán con el auge del desarrollo del programa nuclear del gobierno de Corea del Norte, considerado como la nueva amenaza para la estabilidad internacional. En los últimos años los avances de armamento del gobierno norcoreano tanto en su programa nuclear como en el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales (ICBM por sus siglas en inglés), han generado gran incertidumbre para sus vecinos de Corea del Sur y Japón, para el liderazgo de Estados Unidos en la región asiática; y han planteado una seria disyuntiva para la comunidad internacional en términos de garantizar la paz nuclear a costa de bloquear dichos avances, o sentarse a negociar con un régimen escéptico de la diplomacia occidental y ávido de ser reconocido como poder nuclear en el siglo XXI.

La escalada de acusaciones mutuas entre los gobiernos de Donald Trump y Kim Jong Un en el último año, reflejan la exacerbación de las posiciones en torno a la desnuclearización de la península coreana, pero la retórica belicista no ha funcionado para reducir la posibilidad de conflicto nuclear. En septiembre de 2017 el presidente Trump lanzó una dura amenaza al régimen norcoreano pronunciado las siguientes palabras: “El hombre cohete está en una misión suicida para él y para su régimen […] no tenemos otra opción que destruir a Corea del Norte si continua con sus amenazas” (BBC Mundo, 2017).

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(Fuente: El Tiempo) 

Lorena Garzón Godoy[1]

 

[1] Profesora de la Universidad Santo Tomás. Líder de línea de Seguridad y paz en escenarios transformados. Candidata a doctora en Ciencia Política, Magister Investigativo y Politóloga de la Universidad Paris I Panthéon-Sorbona.

El barrio bonaverense Isla de la Paz ha sido escenario de lo contrario, su posición en la ruta de transporte hacia el puerto lo ha convertido en un punto estratégico para los grupos armados ilegales, así como un lugar de conflicto entre la comunidad y los proyectos estales de ampliación del puerto. “Mi papá hizo parte de la primera Junta de Acción Comunal del barrio, cuando esto era un bosque. Se llama José Evangelista Machado y llegó aquí cuando acá solamente había selva, por allá en los años sesenta. Yo en ese entonces era un niño de siete años. Mi papá era agricultor, estaba desempleado y se organizó en esta zona, me enseñó a cultivar. De hecho fue él quien consiguió personería jurídica al barrio” (Valenzuela, 2017), contaba Temistocles Machado, líder comunitario, en diciembre de 2017 al medio de comunicación “!Pacífista!”. El 27 de enero de 2018, este líder fue asesinado.

El caso de Temistocles Machado se suma a las denuncias que en los dos últimos años han hecho distintas organizaciones de derechos humanos, la ONU, el Parlamento Europeo, entre otros; a saber: pese a la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, los riesgos para los líderes sociales en Colombia han aumentado. De acuerdo, a la Fiscalía General de la Nación entre 2017 y lo que va corrido del 2018 se presentaron 101 asesinatos de líderes sociales y comunitarios. Solo en enero y febrero de este año la Presidencia de la República reportó 11 homicidios de líderes, sin embargo, para la ONG “Somos Defensores” la cifra asciende a 27 y de acuerdo a la Defensoría del Pueblo ha habido 22 líderes asesinados en ese mismo período de tiempo (El Espectador , 2018).

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