(Fuente: Secretaria Distrital de Integración Social)
Néstor Maldonado Gómez[1]
[1] Profesor de tiempo completo de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás.
La coyuntura que se traza en el escenario nacional a partir de la implementación del “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, ha generado consigo percepciones, posturas y acciones desde todas las esferas sociales. Por tal razón, el hecho de postular el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, conlleva a despertar conceptos de la opinión pública, la academia y la política, en muchos casos de manera crítica y desacertada, y en otros, validando los propósitos y esfuerzos.
En ese entendido, cabe destacar que la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado no surge como un hecho coyuntural en respuesta a la implementación del Acuerdo Final, pues cada 9 de abril desde que se aprobase la Ley 1448 de 2011, se da lugar a este día como un recordatorio de los muchos retos y desafíos que se marcan a partir del proceso de transición que aborda Colombia y que visibiliza el sentir de las víctimas (Ley 1448, 2011).