Francisco estrenó ayer la agenda de su viaje a Colombia con un discurso y un encuentro con el presidente, Juan Manuel Santos, muy centrado en el proceso de paz, las desigualdes sociales y la ecología. El Papa pidió a los colombianos que renuncien a la venganza y a los intereses particulares y cortoplacistas en aras de conseguir una paz duradera. El espaldarazo a las políticas de Santos que, a diferencia del expresidente Álvaro Uribe, siempre ha apostado por una paz que integradora, fue acompañado de un toque de atención a los obispos, a quienes pidió más implicación.
Una alfombra roja de 38 metros cruza el Patio de Armas del Palacio de Nariño de Bogotá. Llega un modesto Chevrolet gris y baja el Papa Francisco. Suena la orquesta, el himno nacional y la canción Puede Ser. Todo tiene que ver ahora con la reconciliación. Un montón de niños discapacitados se abrazan al Pontífice que, como siempre, se entretiene con cada uno y hace volar por los aires el protocolo. Queda claro desde la primera línea de su discurso ante presidente Juan Manuel Santos que apoyará sin fisuras el proyecto de reconciliación que sigue a los acuerdos de paz que el político colombiano impulsó hace nueve meses tras cuatro años de diálogo con las FARC en La Habana.
Pero primero habló Santos, que en los últimos meses ha sufrido las consecuencias de un elevado desgaste por haber llevado hasta el final el proceso de paz con la guerrilla más antigua y organizada de América. El acuerdo puso fin a más de medio siglo de conflicto armado. Un rechazo alentado incluso por algunos representantes de la jerarquía católica —más del 50%, según la Fundación Paz y Reconciliación— que ayer tuvieron que oír por boca del Papa que no son “técnicos o políticos sino pastores” y que deben implicarse más en la reconciliación.