EL PARTIDO DE LA FARC COMO UN NUEVO ACTOR EN EL POSCONFLICTO COLOMBIANO

Logo y siglas del partido de las Farc

(Fuente: El Tiempo)

Por: Dulfary Calderón Sánchez[1]

 

Tras el aval que el Consejo Nacional Electoral (CNE) le otorgo a la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), como partido político entran a ser oficialmente una fuerza política dentro de la institucionalidad y dentro de la contienda electoral. Si bien los partidos políticos, para Duverger (1957) son distintos en cuanto a la organización interna, así como a las bases que lo distinguen, están esencialmente compuestos por: el comité, la sesión, la célula y la milicia.

En el caso de la organización misma que tienen el partido de las FARC no es ajeno a este marco conceptual, ya que por años ha funcionado de una manera militarmente organizada y a su vez con un carácter político en su estructura, lo cual ha permitido que haya logrado el proceso de transformación de manera rápida y con miras a ser reconocidos dentro del sistema político, la legislación electoral y quizás en uno de los temas más álgidos para el país que corresponde a la toma de decisiones.

Es así, que al hablar de una toma de decisiones que desde la terminología de David Easton (1953) son los "resultados" del sistema político, mediante el cual los valores son autoritariamente distribuidos dentro de una sociedad, implica unas nuevas series de elementos que en el estatus de actores estatales infiere en lograr mostrar al país que su proyecto político pasa de ser armamentista a ser sociopolítico.

 

Es claro, que los partidos políticos son una de las herramientas que permite a los ciudadanos ser partícipes de las acciones del Estado, sin embargo como lo menciona Sartori (1987) lo importante en realidad no es el número de partidos sino su capacidad para hacer alianzas e influir dentro del sistema político. En este contexto, no solo se trata de crear nuevos partidos con mira al fortalecimiento de la participación y la democracia en el posacuerdo, sino es importante cuestionar la manera en que éstos se están articulando para lograr construir a través de la oposición o del apoyo en el gobierno la implementación de los acuerdos suscritos.

Para el Estado y en general para los ciudadanos la legalidad y surgimiento del partido de las FARC, remite a una serie de incertidumbres que parte de la dimensión de su participación política, hasta la representatividad que puedan tener dentro de las decisiones legislativas, teniendo en cuenta que aunque cuenten con una legalidad otorgada por el gobierno, su legitimidad dentro de la sociedad no es lo suficientemente fuerte como para ser un partido que represente un sector determinado de esta. Ahora, la polarización en la que se encuentra sumergido el país, ha puesto entre dicho el papel de los partidos políticos frente al escenario del posacuerdo y frente a la credibilidad que tienen ante los ciudadanos, ya que no es claro su rol como un actor presente en la construcción del posconflicto colombiano.

En este contexto para Przeworski (1991), dentro del comportamiento político y de las estrategias que utilicen los partidos, es importante ofrecer a los actores políticos un horizonte de tiempo muy largo para resolver los conflictos, que permita pensar no solo las ganancias futuras sino en unos resultados presentes frente a las dinámicas que deben solventar como partidos en el marco de la democracia representativa.

Si bien, el partido de las FARC está iniciando el arduo proceso de poder ser parte del sistema político colombiano, de ser legitimado y reconocido por los ciudadanos como una opción política, el reto del posacuerdo les implica no solo ganarse ese espacio social, sino tener presente que su papel durante este camino es parte de una corresponsabilidad por sus actos en estos 50 años de conflicto armado.

Finalmente, es importante tener presente que el posconflicto colombiano no debe ser visto como un proceso que compete solo a las instituciones del Estado, sino que debe ser visto como una construcción de identidades y reconocimiento de derechos donde el papel que ejerzan estas nuevas fuerzas políticas deben apuntar al reconocimiento social de un nuevo precepto de participación en las decisiones del Estado.

 

  

 [1] Profesora titular de la asignatura de Gobernabilidad y políticas públicas, Líder línea de investigación y Coordinadora del Observatorio de Seguridad y Políticas Públicas para el posconflicto de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás. PhD ( C) en Ciencia política y Relaciones Internacionales, Politóloga de la Universidad Nacional, Magister en Gestión y política pública de la Universidad de Chile. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

 

Referencias bibliográficas

Easton, D. (1953) The political System. New York, Alfred A. Knopf, Inc.; 1953 A Framework for Political Analysis .Prentice-Hall, Inc., 1965 A SYSTEMS ANALYSIS OF POLITICAL LIFE John Wiley and Sons, Inc., 1965 .New York, Mc Graw-Hill, 1969.

Duverger, M. (1957), Los Partidos Políticos. México: FCE.

Przeworski, A (1991) Democracy and the Market. Political and Economic Reforms in Eastern Europe and Latin America, Cambridge, Cambridge University Press pp. 12-19.

Sartori, G. (1987), Partidos y Sistemas de Partidos. Marco para un análisis. Madrid: Alianza Editorial.

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