(Fuente: BBC, 2015)
Docente: Néstor Hugo Maldonado. Profesor de Tiempo completo. Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales.
Estudiante: Luis Camilo Rueda Flórez. Estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales de octavo semestre, Universidad Santo Tomás.
Los fenómenos migratorios han sido inherentes al ser humano desde sus épocas más antiguas. Pero hoy día no puede ser tomado como un fenómeno aparte, debido a las construcciones sociales e internacionales que el mismo ser humano ha desarrollado (organizaciones internacionales, estados, entre otros fenómenos organizacionales). Y es debido a dichos procesos que los nuevos actores y las nuevas coyunturas construyen paradigmas inéditos en las relaciones internacionales, sobre estos actores -los migrantes- y sus procesos de construcción de nuevas realidades en aquellos lugares de destino.
En la actualidad, hay un giro en torno al recibimiento del concepto del migrante y sus consecuencias; esto puede ser explicado gracias a varios casos a lo largo del globo, y más enfocados a lo que podríamos denominar Occidente; es decir, Estados Unidos, Europa y como un refuerzo conceptual, en ciertos países latinoamericanos como Argentina o Chile. En estos lugares se está gestando una nueva imagen del inmigrante, que a la larga terminará configurando las relaciones internacionales, y por ende construirá un paradigma de dicha envergadura.
En primer lugar, está claro que la nueva construcción sobre la imagen del inmigrante, es una construcción de amenaza. ¿Pero cómo es posible explicar esto? Desde la teoría de la securitización, una posible amenaza puede adentrarse en la agenda política del aparato estatal por medio de una construcción discursiva; esto mediante la identificación de varios elementos como: una posible amenaza a la seguridad, un enemigo tangible que la representa y un alto grado de predicción sobre lo que este ‘enemigo’ puede representar. Por otro lado, no hay otro modo de identificar dicho actor sino es mediante el discurso, reforzado en la coyuntura mínima o representativa.
Por otro lado, también podemos hablar de securitización desde Bauman, en el sentido que dicho proceso utiliza a los inmigrantes como una fuerza expiatoria para explicar las actuaciones, evidencias de la incapacidad de los gobiernos, para actuar debidamente. En pocas palabras, se puede usar a los inmigrantes como excusas para actuar, los ejemplos más notorios a tratar son Estados Unidos y el Reino Unido.
Es evidente entonces, que dicha construcción discursiva se termina viendo reforzada por casos y hechos que sustentan esa amenaza, más porque los actores cobran significado, y a largo plazo terminan por ayudar a generalizar el problema. Es decir, que gracias a estos elementos teóricos, logramos identificar una población expiatoria, y una evidente construcción discursiva y coyuntural que engloban el punto a tratar, un nuevo paradigma sobre la inmigración.
En europa, podemos identificar la unificación de conceptos y hechos para analizar como por ejemplo Bélgica, Suecia, Francia o Alemania. En estos países se presenta una dualidad de discurso xenófobo y de actuaciones desesperadas oficiales en búsqueda de contención del tema ‘inmigrante’ eurocontinentales.
En Suecia se presenta un argumento con tintes xenófobos, que busca evidenciar la incapacidad del inmigrante para adaptarse a los patrones culturales de unas sociedades muy diferentes, buscando así instaurar un concepto de ayuda humanitaria, pero no de ayuda territorial e inmediata. Así como en Bélgica, se materializa dicha concepción sobre los cursos de adaptación de los inmigrantes en torno a temas delicados entre culturas, como el papel y el respeto hacia la mujer como rol importante en la sociedad. Y es un discurso que se presenta en general, interconectado, pero no de manera oficial, porque las actuaciones son similares pero los gobiernos no.
Y debido a esto, las situaciones de desmantelamiento de campos de refugiados como el Campo de Calais, Francia; o las noticias y hechos confusos de violaciones y robos masivos en Colonia, Alemania; terminan por reforzar esas discursivas ‘fantasmagóricas’ sobre el tema de los migrantes en Europa en general; un refuerzo que termina por ser negativo y sustenta de una manera u otra que el inmigrante termina representando una amenaza.
Por otro lado, el Reino Unido es un caso aparte dentro de Europa, porque toma la coyuntura y el discurso que ronda en el continente y lo refuerza con los procesos democráticos del país (el proceso conocido como el ‘Brexit’), y genera consecuencias legales masivas sobre el tema. Es decir, es un ambiente que contiene todos los elementos propicios para generar consecuencias; es decir, un discurso nacionalista anti europeo y anti inmigrante, que roza con directrices políticas, económicas y sociales generadas desde la Unión Europea, de la mano con coyunturas violentas en el continente, en el país y de malestares generales históricos sobre lo que representa la integración de la Isla con la misma Europa.
En resumen, el Reino Unido logró englobar el tema de los inmigrantes como una amenaza global (hechos, políticas e integración), como un tema anexo a lo que ya representaba un malestar general por políticas que nacionalmente eran mal vistas, debido al papel preponderante -económicamente- del país sobre otros menos favorecidos -iguales en el papel- en la misma unión.
Es entonces que podemos ver una similitud con el caso estadounidense. Porque ambos, de un modo u otro lograron englobar temáticas con el argumento implícito y base, de que los inmigrantes son una amenaza, pero no por el hecho que sean musulmanes o sean fruto de las coyunturas exclusivas en Oriente Medio, sino, que el concepto global de los inmigrantes es una fuente perfecta de amenaza.
En el caso estadounidense se debe entender desde la nueva óptica Trump, es decir, que gracias a este hecho político, se logró mediante casos aislados de terrorismo, discursiva europea y la conjunción del tema del ‘inmigrante’ como un problema para la nación norteamericana establecer un nuevo paradigma de seguridad para la nación, desde el entendido que bajo todos estos hechos, Estados Unidos había perdido el rumbo de verse primero a sí mismo, y luego a los demás.
Este paradigma gira en torno más al papel de los extranjeros en el desarrollo del país, justificada además en las ‘malas decisiones’ de la anterior administración. Y gracias a esa conjunción de temas por la ‘constante del inmigrante’ en el panorama mundial, logró entonces englobar temas fronterizos con mexicanos, problemas de visados con latinos -documentación-, y problemas migratorios con países de Oriente Medio. Es decir, que Estados Unidos logró unificar también conceptos como ya se mencionó, sino que ademas y a diferencia del Reino Unido, anexo temas varios de inmigrantes como una amenaza global, y de importancia para el país, como el tema ya mencionado de las fronteras.
Es entonces que para construir internacionalmente, y más, desde la perspectiva occidentalista que aquí se plantea, también se debe hablar de casos similares en torno al concepto inmigrante en Latino América. En primer lugar, se debería hablar del llamado sueño chileno para los Colombianos. Es un proceso migratorio significativo, y en aumento en los últimos años. Pero es un proceso que recientemente ha cobrado los tintes xenófobos ya mencionados, de ver a estos colombianos inmigrantes como una amenaza.
Esto debido a varios factores; el primero, la cantidad excesiva de indocumentados que se asientan en Antofagasta en refugios y basureros a falta de oportunidades legales de trabajo en las minas de cobre que se asientan en dicho territorio; el segundo, la clara asociación cultural al narcotráfico y al delito que tienen los colombianos en general, y que se ven reforzadas por hechos aislados de actividades delictivas verídicas sobre narcotráfico, y homicidios; y por último porque la mayoría de migrantes son mano de obrera sencilla que está huyendo de lógicas violentas en Colombia a raíz del conflicto y de la falta de Estado en muchos lugares. Estos elementos juegan en contra de los inmigrantes, que terminan sin intención, creando una mala imagen para los Chilenos y generando así consecuencias sobre deportaciones o búsquedas para leyes migratorias más duras.
Otro caso en Latino América, se asienta sobre los Bolivianos hacia o en Argentina. Pues en sí ya se generan lógicas violentas por parte de los gendarmes Argentinos en la frontera, donde decomisan, maltratan, o incluso hay casos denunciados sobre homicidios. Además hay ya una materialización política por declaraciones de fuerzas políticas que crean panoramas de incertidumbre, o por decretos ya firmados a finales de Enero por parte del presidente Macri, que endureció las políticas migratorias.
A contrario sensu, el caso Boliviano sobre Argentina no se justifica en la amenaza que representan los inmigrantes para Argentina, como ocurre en general, o como se mencionó anteriormente sobre los Colombianos en Chile; acá la perspectiva xenófoba se da por sentidos racistas y de superioridad por parte de los Argentinos; es decir, que la percepción en Argentina es de un sentido de inferioridad social debido a las tareas que estos inmigrantes realizan sobre el país al que llegan; pero que al fin y la cabo refuerzan de una manera u otra las perspectivas políticas ya mencionadas en este caso.
Luego de hacer un repaso de casos a lo largo del hemisferio, se pueden evidenciar entonces los elementos mencionados al inicio, una población identificada como un problema mediante el discurso y reforzado en la coyuntura. También es evidente que los procesos también mencionados han generado impactos políticos a nivel nacional en cada caso, y que podríamos decir, termina teniendo un efecto internacional a largo plazo. ¿En qué sentido? Pues toda medida nacional unilateral, para este tema, tendrá un efecto obligatoriamente internacional por la población a la que va dirigida, y por los mecanismos que se suelen activar para el mismo.
Y gracias a ese nuevo entendimiento podríamos hablar de un bloque; uno que crea un paradigma de seguridad hemisférica, en el sentido que, todas esas políticas y esas discursivas van a ser adoptadas de diferentes maneras en varios países de un mismo tinte, de un mismo sentido político. Es decir, es un discurso interconectado no oficialmente. Esto es más evidente en los países del norte, el caso más ejemplar es que gracias a las elecciones en Estados Unidos, se refuerzan los tintes xenófobos y políticos extremistas en países como Francia, por cuestión de idealizar una sociedad, o de ejemplificar el nuevo rumbo que debe tomar la política internacional.
Es entonces que gracias a todo este proceso descriptivo podríamos afirmar que el proceso de securitización representa una idea, una construcción, pero ¿en qué sentido? En el sentido que ha logrado reforzar el proceso de radicalización moral en Occidente, logrando así dividir de una manera más visible los principios que deberían regir en el actuar hacia los inmigrantes, y más aun que obliga a reflexionar sobre el proceso que antes recaía sobre los hombros de un Occidente libertario, hoy dominado por otros discursos coyunturales, que además también repercute en escenarios diversificados como los casos mencionados sobre Latino América.
Para finalizar, se puede afirmar que efectivamente hay una nueva construcción en torno al papel del inmigrante en el desarrollo de la sociedad moderna. Pues gracias a nuevos discursos políticos reforzados en la coyuntura diversa del globo, se puede generalizar entonces a un grupo poblacional como una amenaza diversificada, que afecta la estabilidad de los países integralmente.
Pero esto ocurre, precisamente porque hay una serie de actores políticos que son oportunos para la coyuntura y terminan por crear esa representación en la arena política de los países en general. Pero que al fin y al cabo, son actores alineados con una serie de elementos diversos que convergieron en el momento exacto para sentar un nuevo paradigma; los hechos violentos aislados, las percepciones erróneas sobre otras poblaciones y lugares, las diversas problemáticas que presentan los Estados nacional e internacionalmente; elementos que terminaron por crear un espacio propicio para suscitar un sentimiento en la sociedad, un sentimiento de necesidad, de una necesidad de encontrar un culpable y de materializar una solución inmediata; una solución que no deja reparos positivos, sino que mas bien despierta nuevos temas sensibles que deberán ser solucionados, con una perspectiva en necesidad más profunda, que la simple identificación de una posible amenaza.
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