Atentados del Eln, entre la razón y la sinrazón estratégica

 

Fuente: (Revista Semana, 2017)

Por César Augusto Niño González[1]

El 2017 empezó con un creciente recrudecimiento y sistematización de los ataques a infraestructura crítica, fuerza pública y población civil por parte del Eln. Atentados en cascos urbanos, zonas periféricas, en el barrio La Macarena de Bogotá dirigido a la Policía, contra convoyes militares, líderes políticos y campesinos de zonas rurales del país (El Tiempo, 2017) en medio de las conversaciones entre el Gobierno y el Eln en Quito. Un panorama turbio que amerita una profundización sobre la naturaleza del conflicto en concreto.

Los medios de comunicación junto con información de inteligencia militar han reportado que, en lo corrido del año, en tan solo tres meses ha habido treinta y cinco (35) actos hostiles del Eln en Colombia. Significa que, en promedio, según balance del OSEPP hay aproximadamente 2.6 atentados diarios del Eln; una cifra que preocupa no sólo a los medios sino a los operadores de seguridad y la opinión pública en general que observa expectante el proceso de diálogo en Ecuador.

De tal manera, en un intento por descifrar la razón de la sinrazón, es preciso advertir que la naturaleza de los hechos y el devenir conflictivo referente a los actos de lo elenos en la coyuntura del país se explica inicialmente por tres razones principales. A saber, la primera de ellas tiene que ver con el factor tiempo. El tiempo es una variable polemológica[2] trascendental, de ahí se desprenden cuestiones estratégicas vitales que en el caso del Eln contra el gobierno, se circunscribe en una variable de desgaste. El principal enemigo de todo gobierno, más allá de sus fuerzas rivales, es el tiempo en sí mismo debido a que debe cumplir metas y alcanzar objetivos taxativos mientras que los grupos rivales (Tzu, 2006), usan la variable a su favor como instrumento de agotamiento, prolongación y fricción. Las conversaciones en Quito parecen ser atemporales frente a lo acontecido en Colombia, mientras unos dialogan sus avatares se enfrentan, y el tiempo en la mesa, es distinto al de la selva.

La segunda razón tiene que ver con los espacios vacíos. Estos, son hoyos negros, zonas indeterminadas y pardas que han sido desocupadas por actores armados; es decir, son regiones abandonadas por las Farc y olvidadas por el Estado y en disputa por actores subterráneos. Si bien el número de efectivos del Eln no supera los 1.500 hombres (Núñez & Vargas, 2013), no significa que su capacidad de destrucción sea baja, al contrario, su atomización, estructura horizontal, naturaleza urbana y capacidad de mimetismo, le otorgan cierta ventaja en la sorpresa y hostigamiento contra los operadores de seguridad. La eliminación de las Farc como actor armado en la ecuación de la seguridad nacional, arroja un algoritmo en el cual el Eln ocuparía la agenda de seguridad del Estado poniendo de manifiesto antiguos y nuevos rivales de la estabilidad nacional como los grupos armados organizados al margen de la ley –GAOMIL-.

Según lo anterior, los espacios vacíos nunca quedan vacíos, son ocupados por cuerpos, estructuras o sujetos que reemplazan o “conquistan” territorios ingobernados (Niño, 2016). El Eln, bajo esta variable, intenta demostrar control geográfico mientras se discuten cuestiones territoriales en la mesa de Quito.

Y finalmente, la tercera razón es la demostración de fuego y medición de fuerzas. Existe un punto en el conflicto en medio de las negociaciones donde es buena señal cuando hay un recrudecimiento de las hostilidades, significa que las conversaciones van por buen camino, pero ese punto debe ser corto, y ser el escenario de inflexión para el decrecimiento de las acciones bélicas. Un asunto es lo que se va conversando y otra es lo que va acaeciendo en el territorio. Con el Eln así como con las Farc en su momento, se libran dos frentes de batalla simultáneos, uno a manteles y turnos comunicacionales y otro con fusiles y emboscadas.  Lo anterior se sustenta con lo acontecido referente a la ofensiva del Tet en Vietnam y las Farc en su momento de decrecimiento de actos militares.

En conclusión, la razón de la sinrazón de los atentados del Eln en los últimos meses, obedece a una cuestión natural de una negociación en medio del conflicto. Ninguno de los actores involucrados desea manifestar debilidad militar ni incapacidad de fuego. En materia de conflictos irregulares, el tamaño de los ejércitos no es directamente proporcional a su capacidad de acción.

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Notas al pie de página:

[1] Ph.D. Director del Centro de Investigación y profesor de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás. Cursos impartidos: Seguridad y Defensa y Teoría de las Relaciones Internacionales I. Mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla. Twitter: @cesarnino4

[2]  La polemología, según  Gastón Bouthoul, es el estudio científico de lo referente a las guerras y conflictos en términos de hostilidad, y ésta tiene que ver con la sociología de la guerra.

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Referencias

El Tiempo. (28 de Marzo de 2017). Justicia. Obtenido de El Tiempo: http://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/eln-habria-cometido-masacre-en-el-choco-72176

Niño, C. (2016). El narcotráfico mutante: nueva perspectiva de análisis del fenómeno en Colombia. Revista Científica “General José María Córdova”. Revista colombiana sobre investigación en el campo militar, 119.

Núñez, M., & Vargas, N. (2013). ¿Cómo llega el Eln a la mesa de conversaciones? Bogotá: Fundación Paz y Reconciliación.

Tzu, S. (2006). El arte de la guerra. Madrid: Promolibro.

 

 

 

 

 

 

[1]  La polemología, según  Gastón Bouthoul, es el estudio científico de lo referente a las guerras y conflictos en términos de hostilidad, y ésta tiene que ver con la sociología de la guerra.

 

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