Cristhian Fernando Sánchez Giraldo [1]
Desde un planteamiento ético y jurídico del mundo occidental, sin lugar a dudas los seres humanos demuestran que pueden ser los seres vivos más irracionales del planeta, tras entrever su incapacidad de controlar la barbarie presente en todos los tiempos, manifiesta en cualquier tipo de guerra, dictadura, esclavitud, explotación, sometimiento, opresión, tiranía, desigualdad, irrespeto por la vida, intolerancia, xenofobia y/o abuso. Por tal motivo, se concibe la Teoría de los Derechos Humanos que plantea que estos no nacen, sino que se reconocen como universales, y que durante toda la historia de la humanidad siempre han existido, buscando proteger la dignidad humana.
Por tal motivo, esta teoría supone que no deben estar limitados a unas fronteras, ni nacionalidad, puesto que están dirigidos a todos los seres humanos, al ser estos universales
se supone no deberían tener fronteras, ni nacionalidad,
“son valores universales y garantías jurídicas que protegen a personas y grupos contra acciones y omisiones primordialmente de agentes del Estado que interfieren con las libertades fundamentales, los derechos y la dignidad humana. El espectro completo de los derechos humanos implica el respeto, la protección y el cumplimiento de los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, así́ como el derecho al desarrollo… son universales, es decir, pertenecen intrínsecamente a todos los seres humanos, y son interdependientes” (ACNUDH. 2008)[2].
De ahí que estos derechos, estén dirigidos hacia la protección de los individuos, dejando a un lado las ciudadanías y/o nacionalidades, y son los Estados quienes tienen la obligación de garantizarlos, sin importar si es o no nacional del Estado en que se encuentre. Desde esta perspectiva, es evidente señalar que los Estados latinoamericanos han aceptado este planteamiento occidental en sus legislaciones, lo que supondría que se encuentran blindados ante cualquier amenaza contra sus democracias.
Sin embargo, los planteamientos que cuestionan esta teoría catalogándola como realmente utópica, muestran la necesidad de hacer hincapié en lo sesgada que se encuentra su praxis, puesto que cada vez que se estudia, parece evocar que se encuentra dirigida hacia una sociedad de ficción, efímera y fantasiosa, donde la paz jamás sería expuesta a la amenaza de una guerra o conflicto, o donde las democracias jamás estuvieren en riesgo.
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[1] Profesor titular de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás. Profesional en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Magíster en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.
[2] Véase, por ejemplo, la Carta de las Naciones Unidas, Art. 55 c), la Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 2, y la Declaración y Plan de Acción de Viena.
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Referencias
Carta de las Naciones Unidas. tomada de www. onu.org.
Lee, Nancy (2008). Now More than Ever: The Case for a New Integration Strategy for the Americas. Paper preparado para el BID sobre prioridades de la integración regional. BID.
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (2008). Los Derechos Humanos, el Terrorismo y la Lucha contra el Terrorismo. Folleto informativo No 32. Genève 10, Suiza.
PNUMA (2007). Perspectivas del medio ambiente mundial. Geo 4. Medio ambiente para el desarrollo.