Fuente: (Revista Semana, 2017)
Por César Augusto Niño González[1]
El 2017 empezó con un creciente recrudecimiento y sistematización de los ataques a infraestructura crítica, fuerza pública y población civil por parte del Eln. Atentados en cascos urbanos, zonas periféricas, en el barrio La Macarena de Bogotá dirigido a la Policía, contra convoyes militares, líderes políticos y campesinos de zonas rurales del país (El Tiempo, 2017) en medio de las conversaciones entre el Gobierno y el Eln en Quito. Un panorama turbio que amerita una profundización sobre la naturaleza del conflicto en concreto.